sábado, 24 de septiembre de 2016

KERRY Y SU ANILLO MÁGICO

  
Amanecer en Dublín
A las 5 de la mañana sonó mi despertador, una ducha impaciente, últimos preparativos, las botas puestas y mochila en la espalda. Al salir, un frío desconocido que indicaba un comienzo entre rocío y alguna que otra ardilla madrugadora.

Siempre con música en mis oídos y pasos rítmicos en mis pies, aproveché la soledad de la noche para cantar sin vergüenza y reír ante la nueva aventura. Tras mis pasos dejaba el amanecer, que tímido iba dando los buenos días a la ciudad de Dublín. Y qué mejor estampa que el sol a través del río Liffey y sus puentes…

Poco a poco, la buena gente española nos fuimos reuniendo para embarcarnos en la que sería mi primera gran aventura por tierras irlandesas. Cogimos un rent a car y convertimos las salidas y paradas en retos de españoles conductores por un lado al que no estaban para nada acostumbrados. Y es que conducir por la izquierda es todo un desafío para el cerebro, pero está visto que el ser humano se hace a todo, y conseguimos llegar a nuestro destino sanos y salvos.

Con cambios de emisora cada dos por tres, era más fácil sintonizar con el paisaje que con la música. Eso no nos impidió reír, cantar y acordarnos de la buena gente que corta carreteras así porque si… simplemente para complicar al personal turístico.

Finalmente llegamos a nuestro destino: Killarney, el principio del anillo y de nuestro viaje, un pueblo con encanto natural, por su  grandioso parque nacional, y con ambiente festivo, por sus fines de semana luminosos llenos de música y bailes.

Al llegar nos acomodamos en nuestro hostel, reposamos un poco y salimos en busca de comida como animales hambrientos. Cogimos de nuevo el coche y nos sumergimos en el paisaje del Parque Nacional de Killarney.

   
Ladies View
Con unas carreteras que a más de uno le provocarían micro infartos, incluyendo los enormes autobuses en sentido contrario, el parque poseía un encanto abismal: a cada curva la naturaleza mostraba sus mejores galas, con lagos inmensos, verdes bosques y rocas abrillantadas por la lluvia. Nuestro objetivo prioritario en ese momento era buscar un lugar donde comer a gusto nuestro picnic hispano-irlandés. Al final lo encontramos en Ladies View, un punto con buenas vistas y piedras cómodas para sentarse y comer: mirando a la nada pensando en todo…

El parque era demasiado grande para una tarde, por lo que decidimos dosificar los lugares de mayor interés: vimos cascadas como las de Torc, y tras la vista de las señoritas nos buscamos nuestros propios parajes. Con susto de coche incluido, regresamos al hostel a descansar y coger fuerzas para la noche, que nunca habríamos apostado que fuera como realmente fue.

   
Carretera del anillo de Kerry
Cenamos en un burguer y nos dispusimos para la tanda de cervezas. Buscábamos camuflarnos con el ambiente, y qué mejor forma que ir a un bar donde bailen y canten al más puro estilo irlandés… Al final la noche se movió entre Guinness, zapateos, gritos salvajes, saltos, acordeones y banjos. Momentos con denominación de origen. Supimos pasar con elegancia y sutileza de lo más tradicional a la música más actual: con un cantante que lo dio todo, acompañado en muchas ocasiones por su gran amigo y bailarín con síndrome de down. Instantes que solo por contemplarlos una se siente afortunada. No alargamos la noche en exceso, que mañana tocaba ruta, y de las que marcan…

Comienza la ruta del anillo: pasamos por la misma carretera que el día anterior, y una vez pasada Ladies View, nos dejamos llevar por lo desconocido. Nuestra primera parada: Kenmare, el pueblo que nos mostró que la elegancia y el cuidado de las fachadas en Irlanda es algo general y prioritario. Casas de colores, bares de madera oscura… siempre a juego con el paisaje.

La ruta estaba más que marcada, pueblo por pueblo, vista por vista. A pesar de eso, era el propio paisaje el que te indicaba cuándo parar y por cuánto tiempo. Según lo grandioso del paisaje así nos quedábamos veinte minutos o cuarenta, aunque muchas de estas vistas invitaban a quedarte allí toda la vida.

Pasamos Sneem, y continuamos hasta Caherdaniel donde nos esperaba la magnífica playa de Derryname. Quedamos tan impresionados, que la parada fue una mayoría absoluta silenciosa. Esa playa no dejó letras en la arena pero si pisadas, saltos y risas de españoles llenos de vida y ganas de seguir descubriendo regalos en forma de vistas.




Llegamos a Waterville, pueblo conocido por haber acogido al gran Charles Chaplin durante sus vacaciones de verano. No tenía mal gusto nuestro amigo, aquel que dijo que un día sin risa es un día perdido. No pudimos evitar corroborar su pensamiento:




Comimos en Waterville. Nos llenamos el estómago con sándwiches de lujo y sopas típicas de estas tierras y continuamos nuestro anillo con dirección a Cahersiveen y la Playa de Kells. Disfrutamos una vez más de un mar salvaje y un viento agitador de cuerpos y pensamientos.

Puck King
Pasamos por Glenbeigh y acabamos nuestro anillo con Killorglin y, como no podía ser de otra manera, visitando al Puck King (rey cabra). Cuenta la leyenda que durante la invasión de los ingleses de manos de Oliver Cromwell, las cabras corrían asustadas hacia las montañas tras el paso del enemigo. Todas menos una, que se dirigió al pueblo de Killorglin. Cuando los habitantes vieron a la cabra inquieta intuyeron que algo no iba bien. Gracias a esa cabra se anticiparon para la batalla y consiguieron salvarse. Por ello, todos los años se realiza el Puck Fair: un festival en el que se corona a una cabra como rey.

Nuestro amigo puso el punto y final a un anillo que dejó muchas imágenes grabadas en la retina, cámaras y móviles. Aunque he de admitir que mucho de lo aquí contado se me grabó directamente en el corazón. En cada parada tenía un pensamiento, precisaba de un rato a solas con la naturaleza… mi cabeza daba vueltas como un molino de agua y pensaba: ¿Quién en cada momento? Como una especie de acertijo personal compartido por dos personas muy complicadas a la par que simples. En una playa faltaba una madre, en un acantilado un padre, en una cascada una hermana, en un merendero mirando al mar un amigo… fui como dejando migas de pan a través del anillo, confiando en que Irlanda deje tanta huella en mi como yo en este mágico país.









3 comentarios:

  1. Llegas a emocionar independientemente de lo que nos une. Con tus letras, haces vivir el momento. Creo que en tan poco tiempo, ya estás marcada por una hermosa huella. Has "sintonizado" con lo hermoso de la vida.

    Besos

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  2. Antes de venir estaba convencida que sería una bonita aventura, ya solo por este mes ha valido la pena aventurarse a lo desconocidamente bello. Gracias papá <3

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  3. Disfruta mucho cariño mio, aunque nos echamos de menos siempre estamos juntas.
    Te quiero.

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